13/12/2016 | Diciembre 2016
Se acerca Navidad y Año Nuevo, dos fiestas entrañables que siempre compartimos con toda la familia.
Es bueno recordar el sentido de ambas fiestas, porque a veces con la vorágine de la vida se nos puede perder.
Navidad para los cristianos es el festejo del nacimiento de un bebé muy especial, único. Y es que Dios -que ya lo había prometido- decide entrar en el mundo de sus hijos, los hombres, compartiendo todo: el tener una familia, amigos, alegrías y tristezas; y de esta manera nos muestra -diríamos gráficamente- su vida, su manera de hacer las cosas. Nadie piense que nos viene a mostrar algo de otro planeta, inhumano. No, justamente nos viene a enseñar lo que habíamos olvidado; es decir, nuestro costado más humano. Lógicamente, es Dios, y por eso no vamos a encontrar faltas en la vida de Jesús. Y no pretende eso para nosotros, sino que dentro de nuestra limitación nos fijemos en él, que seamos sus amigos. En fin, así como Él se "disminuye" para hacerse uno nuestro, espera que nosotros nos "crezcamos" para ser como Él.
Un datito más... Podría haber llegado a la humanidad como el todopoderoso, pero no: nace en un lugar para animales, y con sus padres y los pastores como testigos. Toda una lección.
Fin de año es la fiesta del balance. Ahí generalmente vemos cómo cerró nuestra cuenta personal, pero yo diría que, además de llevar esa contabilidad (generalmente deficitaria), hay que aprovechar a agradecer todo lo bueno que tenemos y recibimos, y a acordarnos de todas las personas que han hecho lindas cosas por nosotros.
Espero que esto los ayude.
¡Feliz Navidad a todos!
¡Feliz Año Nuevo!